Gaspar Rosety era tremendamente conocido. Siempre ligado al periodismo deportivo y a la comunicación, ya sea en su profesión o a través de la enseñanza, conoció a muchísimas personas del sector. Y no solo eso, sino que nunca estaba quieto y su círculo de amigos y conocidos necesita de un Benito Villamarín (o Molinón) para reunirlos a todos.
Sin embargo, guardó un hueco en su vida para el derecho deportivo. Un espacio en su ajetreada vida para nosotros, aquellos compañeros de máster en Derecho deportivo, que con poca experiencia, miramos el primer día de clase, sorprendidos, a nuestro compañero de pupitre: Gaspar Rosety, la voz.
Aquella voz que también utilizaba para referirse a la lex sportiva en la primera fila de clase; a plantear sus dudas en cuanto a los procedimientos jurídico-deportivos, o para hacer comentarios sobre conocidas sentencias o casos de renombre. Aquella voz que un día decidió (con su respectiva votación, que somos juristas) tomar las riendas de la Asociación de Derecho Deportivo de Madrid (ADDM), al estar un poco dormida por nuestra falta de tiempo, y por qué no decirlo, también de interés.
No todos confiaban en que un periodista, aunque no te gustara que se refirieran a ti así, fuera presidente de una asociación de derecho. Cierto. Puede resultar complicado de entender, si no conoces a Gaspar. El hecho de haber realizado con la mayoría de los fundadores y miembros de la actual Junta directiva, el Máster en Derecho Deportivo de la Universidad de Lleida, le facultaba sobradamente para poder ponerse al frente de una asociación como la nuestra. Y no solo eso, sus ganas, su tiempo, su disposición, su generosidad, incluso su temperamental carácter, fueron la receta idónea para despertar a la asociación de su letargo y ponerle una pilas nuevas y bien cargadas.
Siempre decías que querías ser un presidente de transición, temporal, lo justo para hacer reflotar el barco. Que dejarías pronto el testigo. Sin embargo, la verdad es que fuiste el motor que puso en marcha a la asociación. Fuiste la voz que gritaba cuando nadie quería escuchar. Fuiste las palabras justas cuando nadie tenía tiempo para leer. Fuiste como un padre con sus reprimendas a los hijos. Fuiste el maestro comunicador entre juristas obstinados. Fuiste el alma de una asociación que despertaste, la dejaste en lo alto y ahora vuela gracias a tu fiel y constante trabajo.
Y para no variar, te voy a llevar la contraria. Y no voy a dejar que seas un Presidente de transición. No voy a dejar que te vayas. Aquí no acaba tu mandato, presi. Los habrá mejores y peores, más abogados o menos, pero sé que ninguno será como tú. Por haber sido ese motor, esa voz, esas palabras, el alma de la Asociación, de nuestra ADDM. Por todo eso siempre serás, nuestro eterno Presidente.
Carta publicada el 9 de marzo de 2016 en: http://iusport.com/not/14858/eterno-presidente/