Dentro del gobierno del fútbol, últimamente se habla mucho de la falta de buen gobierno, buenas prácticas o transparencia y ética. Ello debido principalmente a diversos casos de corrupción que desgraciadamente salpican el deporte, y en especial el fútbol.
Los clubes y algunas federaciones, van tomando también medidas, y deciden redactar (ya veremos si implementar) códigos éticos, de buenas prácticas, de transparencia o de honestidad.
¿Pero qué sucede con la lealtad? De nada sirve un código ético o de buen gobierno si los dirigentes que deben aplicarlo no son leales, ni entre ellos mismos, ni con el propio deporte. Y escribo en estos días esta reflexión sobre la lealtad, debido a la falta de la misma que veo principalmente en el fútbol, el deporte que más conozco y donde trabajo. Parece que ahora debemos especificar que el fútbol es un deporte, no solo es un negocio. Es deporte, y como tal transmite o debe transmitir unos valores intrínsecos al mismo, entre los que se encuentra la lealtad.
En el libro «Ética y deporte» de mi compañero y amigo José Luis Pérez Triviño (https://www.casadellibro.com/libro-etica-y-deporte/9788433025326/1958098) en su página 28 también habla del fair play como respeto al juego. En ese apartado menciona a los autores Butcher y Schneider, quienes defienden que cuando se habla de respeto, éste debe entenderse en el sentido de «honrar», » valorar», «estimar» el juego, es decir, que vaya más allá de la obediencia a las reglas del deporte. Así pues, añaden, «dado que los juegos son creados y gobernados por reglas, éstas merecen ser honradas, estimadas y valoradas». Por tanto, y llevándolo de nuevo al fútbol, un gestor no solo debe respetar los códigos y normas, sino que es fundamental que respete el propio balompié y piense en el deporte o juego antes que en su propio beneficio, sino no será nunca un gestor completamente ético.
Hasta el propio Papa Francisco, ha manifestado el pasado mes de junio ante la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) en el Vaticano, que «el trabajo en equipo, el juego leal» y el afán por mejorar son valores esenciales tanto en el deporte como en la vida, pues ayudan a construir «una cultura del encuentro», y favorecen la lucha «contra el exagerado individualismo, la indiferencia y las injusticias» que impiden vivir a las personas «como una sola familia».
Ser leal en el fútbol no es seguir a tu Presidente o jefe haga lo que haga, sin criterio alguno. Ser leal en el fútbol es no anteponer tus deseos a los de tu superior, y saber trabajar en equipo con las personas que un día comenzaste. No perder tus aspiraciones, pero sí exteriorizarlas, no individualizadas. Dicha lealtad generaría más transparencia en el día a día de una organización deportiva, puesto que el interés común primaría siempre por el interés personal de alguien. En definitiva, el interés del fútbol por encima de un interés individual o particular. La primacía de los valores deportivos por encima de las metas individuales. Porque, ¿quién piensa en el fútbol cuando se genera una crisis? ¿quién piensa en el propio club en vez de en un asiento o posición? Por mucho código de buenas prácticas que exista, no se va a poder solucionar una conflicto de falta de lealtad si los gestores solamente piensan de manera individualizada.
Leo en muchos foros especializados en ética y deporte, que lo importante no es el jugador sino el grupo. En la gestión deportiva ocurre lo mismo. Una institución deportiva, ya sea federación o club, que trabaje sin ser leal al propio deporte, trabajando por mejorarlo, no por mejorarse, sin ser leal al propio equipo que trabajó desde el inicio, que construyó un camino; nunca estará conforme a los valores deportivos, no será ético completamente ni respetará, en mi opinión, el buen gobierno. Si no eres leal con tu propio equipo, ¿cómo lo serás respecto a tus afiliados, o a los miles de seguidores que existen en el fútbol? Tarde o temprano se producirá una falta de lealtad y el fútbol y sus seguidores serán quienes lo sufran, porque no existe código ético que pueda remediar la falta de lealtad de un gestor deportivo.
Los verdaderos líderes, los buenos gestores, son aquellos que no anteponen lo suyo por el bien común. Son aquellos que juegan en equipo, y cuando el equipo se hunde, tratan de buscar soluciones para rescatarlo, soluciones colectivas, nunca de manera individualizada. Aquellos que no son leales con el propio fútbol, son quienes en el momento en que el barco se hunde, saltan, pensando en su única supervivencia, olvidándose del deporte. Olvidándose de quien le dio la oportunidad de trabajar en ese deporte. Olvidándose de que si no se juega en equipo, tarde o temprano el individuo queda solo y abandonado, y el fútbol ¿quién piensa entonces en el fútbol?.
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